Hoy en Revista Caribe te vamos a platicar una leyenda muy famosa del caribe colombiano. Se trata de la del hombre caimán.
Así comienza la historia de El hombre Caimán, una leyenda frecuente que suele contarse en la población ribereña de Plato, Magdalena, en la Costa Caribe colombiana.
Hace mucho tiempo existió un pescador bastante libidinoso y mujeriego llamado Saúl Montenegro, que tenía por afición espiar a las mujeres plateñas que se bañaban en las aguas del río Magdalena, un río de Colombia que desemboca en el mar Caribe.
Saúl, que preveía que podía ser descubierto, se desplazó a la Alta Guajira para que un brujo le preparara una pócima que le convertiría temporalmente en caimán, de manera que así las bañistas no sospecharían de él y podría admirarlas desnudas a voluntad.
El brujo preparó dos pócimas, una roja que le convertiría en caimán y una blanca que le volvería hombre de nuevo.
Durante un tiempo Montenegro disfrutó de su nuevo ‘superpoder’, tomando unas gotas del brebaje e introduciéndose en el río para espiar a las plateñas.
Generalmente le acompañaba un amigo que era el que le daba la pócima blanca, pero un día no pudo acudir a la cita y a Montenegro le acompañó otro colega, que al ver cómo se convertía en caimán se asustó, dejando caer la botella blanca con el líquido que lo convertía en hombre de nuevo.
Antes de derramarse por completo, algunas gotas del líquido le salpicaron la cabeza, pero no el resto de su cuerpo, por lo que quedó eternamente convertido en un ser mitad humano, mitad caimán.
Desde ese momento las mujeres dejaron de frecuentar el río por el miedo que les producía esa extraña criatura.
Y de hecho, en Plato se celebra anualmente el Festival de esta extraña criatura e incluso existen una plaza y un monumento en su honor, que son patrimonio cultural.
¿Qué te parece?