Cuenta la leyenda que Isla Mujeres fue considerada para los mayas un lugar sagrado y perfecto para adorar a Ixchel, diosa de la luna, fertilidad y medicina.
Se dice que los grandes guerreros mayas se enamoraron perdidamente de Ixchel, ninguno se resistía a su belleza, pues simplemente era la mujer perfecta.
Pero hubo un guerrero en especial que realmente se obsesionó con la diosa, siempre buscó la forma de llamar su atención para que notara su existencia.
Al principio, a la diosa se le hacía algo común el que uno de sus enamorados la idolatrara tanto, pero después de tanta insistencia y presencia del guerrero empezó a molestarse.
Sin embargo, el guerrero se cegó por el amor que le tenía y no se dio cuenta que que Ixchel lo quería lejos de ella.
Por lo que la diosa no sabía cómo alejarlo, hasta que un día, al ver que tenía a todos los guerreros a sus pies, aprovechó y le pidió a todos que lo asesinaran.
El combate
Sin pensarlo combatieron contra el enamorado, hasta el punto de olvidar el daño que le causaban.
Sin embargo, el valiente guerrero luchó por su vida y no quiso morir para demostrarte a Ixchel que era la persona adecuada para estar a su lado.
Pero eran tantos que no pudo contra todos. Así que, cuando lograron asesinarlo, los mayas se dieron cuenta que habían cometido un grave error al dejarse llevar por el amor que le tenían a la diosa.
Arrepentidos, quisieron remediarlo y fueron con Oxala, dios del castigo, para pedirle venganza por el daño que causó Ixchel.
El castigo
Sin pensarlo, este dios la castigó, le quitó su belleza y la hizo ver como una mujer vieja y fea. Pero eso no fue todo el castigo.
Pues también la hizo llevar con ella un cántaro con agua, que derramaría por toda la tierra hasta llenar los mares.
Al pasar de los años, además del sufrimiento que cargaba Ixchel, su luz poco a poco dejó de brillar. Su destino era sufrir por el resto de su vida.
El dios del Sol
Hasta que un día, sin esperarlo, regresó la luz. El gran destello se trató del enamorado guerrero a quien ella mandó a matar.
Dicho guerrero revivió y se convirtió en el dios del Sol, llamado Itzamná.
Reencuentro
Un día, el nuevo dios se acercó a hablarle a Ixchel, pues se dio cuenta que ya no brillaba y se la pasaba llorando.
Cuando le preguntó por qué tenía que derramar esa agua todos los días, con mucha tristeza ella le contó del castigo que le había puesto Oxala.
Itzamná empezó a recordar todo lo que pasó y le dijo que el amor que le tenía no era sólo por su belleza, sino por todo lo que la hacía brillar.
En ese momento, los dos se flecharon y de ese amor surgió el día con Itzamná y la noche con Ixchel.
La diosa de la fertilidad
Tuvieron 13 hijos y todos fueron dioses, por eso los mayas consideraron que Ixchel sería también la diosa de la fertilidad.
Al saber esto, las mujeres mayas que querían embarazarse la visitaron para pedirle que dentro de su vientre existiera vida.
Mientras que para pagarle y agradecerle solía llevarle estatuas muy bien detalladas con su rostro.
Es por eso que los españoles, al llegar a esta zona, se encontraron con varias esculturas en forma de mujer y decidieron darle el nombre de «Isla Mujeres».
Con información de Naveganto.
A.M.